Ganó Acasusso y Chicago tuvo el final que el campeonato requería, con los silencios que se oían y la soledad que hería. Un desenlace acorde al fracaso de un año perdido.
“Al menos hay sol” dijo Jorge Traverso cuando llegó al estadio. Se refería a la tristeza del cemento que se devoraba a los pocos presentes.
Como si fuera un entrenamiento oficial Chicago y Acasusso montaron un ordinario espectáculo. El Torito hizo las cosas un poco mejor en el primer tiempo y como premio el gol de cabeza de Escudero tras un tiro de esquina. En el complemento el visitante mostró “que jugaba por ingresar entre los ocho”, según palabras de su entrenador, Fabián Nardozza. Enseguida, Fonzalida puso el empate y a poco del final Hansen sentenció las cifras definitivas.
Dentro de lo anodino de la tarde, vale mencionar el debut de Pablo Cáceres, quien mostró sus credenciales desde la primera pelota que tocó, buscando el marco de un seguro Ruhl. No hubo más para el análisis, solo que por suerte concluyó el torneo. Tan triste como triste fue el paso en el mismo. Incidentes, afuera, soledad en las tribunas y en el campo de juego una derrota que no duele, como si duele la falta de compromiso y actitud demostrada.
Dentro de lo anodino de la tarde, vale mencionar el debut de Pablo Cáceres, quien mostró sus credenciales desde la primera pelota que tocó, buscando el marco de un seguro Ruhl. No hubo más para el análisis, solo que por suerte concluyó el torneo. Tan triste como triste fue el paso en el mismo. Incidentes, afuera, soledad en las tribunas y en el campo de juego una derrota que no duele, como si duele la falta de compromiso y actitud demostrada.
Redacción: Julio Cordara.
Gráficos: Fabián Rodríguez.
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