6 de mayo de 2010

6 de mayo de 1990- 6 de mayo de 2010: 20 AÑOS DEL VIAJE MAS AUSTRAL CON NUEVA CHICAGO

Entre 1967 y 1986 la participación de clubes del interior del país que no fueran los conocidos Rosario Central, Newell`s, Colón, Unión, más tarde los cordobeses de Talleres, Instituto y Racing, solo se daba en aquel Campeonato Nacional, que no duraba más de tres meses. En la Temporada 86/87, una cuestión política hizo que A.F.A. se “hiciera federal”, entonces llegó el actual Nacional “B”.

Con ello se sumaron otras competencias que contaban con la organización de A.F.A. y en donde participaban clubes directamente afiliados de la “B” Metro y clubes pertenecientes al Consejo Federal, los llamados zonales, donde se jugaba un ascenso por cada zonal: sureste y noreste. Chicago ascendió en uno de esos zonales en 1991.

Pero la historia aquí se trata de la distancia más lejana desde la Casa del Fútbol. Fue el 6 de mayo de 1990 en Río Gallegos, Santa Cruz. Allí, por el partido desquite de la primera fase jugaron Bancruz y Nueva Chicago.

LOS EQUIPOS
Bancruz: Ludueña; Scott, Averza, Maldonado y Trebotic; Burgos, Capovilla, Martínez y Tourville; Aguila y Fuentes Vega. DT: Hernández.

Chicago: Carlos Cochella; Gustavo Conte, Fabio Almirón, Dalcio Giovagnoli, Rubén Escalada; Daniel Maurín, Gustavo Chacoma, Ariel Moreno, Néstor Cataldo; Víctor Rogelio Ramos y Gustavo González. DT: Roberto Ferreiro.

-Goles: PT 14m González (CH); ST 13m Fuentes Vega (B) y 16m Ramos (CH).
-Cambios: ST Maza por Tourvile (B) y 20m Héctor Sánchez por González (CH).
-Incidencia: ST 11m Cochella le contuvo un penal a Maldonado.
-Arbitro: Alejandro Sliwa.
-Cancha: Ferrocarril Y.C.F.

Comentario del Diario LA OPINIÓN AUSTRAL (Río Gallegos) edición 10.087, perteneciente al lunes 7 de mayo de 1990:
Pese a que el estado del campo de juego no permitía jugar, la gente de Nueva Chicago y de Bancruz, junto al árbitro Alejandro Sliwa decidieron que se jugara el partido revancha por el torneo Octogonal Sudeste y Nueva Chicago en emotivo encuentro venció a los “Bancarios” por dos a uno.

EL PARTIDO
En los primeros minutos dos claras oportunidades para los locales que fueron conjuradas por Cochella, de muy buena labor y todas las ganas de los “Azules” chocaban con la firme defensa de Chicago, donde Almirón y Giovagnoli demostraron mucha firmeza. En una escapada a los `14 González logra la apertura del marcador. De ahí en más estuvo más cerca varias veces Chicago en los contragolpes a través de Cataldo, Ramos y González por aumentar pero se lo impidió la buena actuación de Ludueña. Sobre el final de la etapa Averza ejecutó un tiro libre que Cochella con mucho esfuerzo desvió al corner.

En el complemento Bancruz salió a jugarse a todo o nada y a los `11 Maldonado ejecutó un penal que contuvo Cochella y dos minutos después, el mejor hombre en el ataque “Bancario”, Fuentes Vega logró la transitoria igualdad. A los `16 Víctor Rogelio Ramos, mano a mano con José Ludueña puso el dos a uno definitivo. En los últimos minutos Bancruz se jugó para tratar de conseguir el empate y cada golpe de los de Ferreiro traía peligro y Ramos, sobre la hora, se comió un gol increíble.

DALCIO GIOVAGNOLI (jugador de Nueva Chicago)
Se le notó en la voz a Dalcio lo grato que era para él recordar aquel hecho ocurrido 20 años atrás, lo llevó mentalmente al lugar para recordar, por ejemplo, aquel despertar “estábamos en la habitación con Fabio Almirón, nos despertamos, eran las 9 de la mañana y a través de la ventana veíamos una noche cerrada”.

Entonces surge el nombre de aquel equipo santacruceño: Bancruz. “El técnico era Pipo Ferreiro y jugamos en un reducto muy difícil, con una cancha llena de piedras y de agua, caía un poco de nieve también. Ganábamos uno a cero, nos empatan y luego Víctor Ramos, un poco más allá de la mitad de cancha, pateó al gol y la pelota entraba y no entraba, por momentos la frenaba el agua”.

Siempre es lindo sentirse acompañado, más cuando las distancias son grandes y los afectos quedaron lejanos. Por eso el recuerdo de aquel momento, al mirar por la ventana que había hinchas de Chicago “son cosas de clubes con la pasión y tanta historia como Chicago. El hecho de hacer un viaje de esas dimensiones a un punto tan lejano, no solo nos conmovió, sino que tenía la obligación y la necesidad de sacar un buen resultado, de rendirles un homenaje a toda esa gente que había ido allá con tanto sacrificio”.

El verde y negro a bastones, blancas con vivos o líneas verdes y negras, alguna alternativa solo verde o solo blanca, pero nunca de color rojo. Por el frío que hacía, de apuro, hubo que ponerle números a aquellos buzos de abrigo llevados para combatir el frío austral y que fueron camiseta por un partido “no estamos acostumbrados a jugar en sitios así. No teníamos noción, si bien en la previa se hablaba que nos íbamos a encontrar con un clima bastante adverso, no en esas dimensiones. Me tocó dirigir en el Sur y cada vez que tomaba el avión para ese lugar, me acordaba de aquel viaje, que no solo me marcó en lo deportivo, sino geográficamente, lo grande que es Argentina”.

Le decíamos a Dalcio Giovagnoli que en la nota con Sliwa, él recordaba los gritos de Pipo retando a los jugadores que no querían pasar por los charcos “fue terrible. Una vez terminado el partido creo que lo pudimos festejar a cuenta gotas, estaba con la necesidad y con la desesperación de llegar lo más rápido posible al hotel”.

ALEJANDRO SLIWA (árbitro del encuentro)
Otro de los protagonistas de aquel hecho histórico fue Alejandro Sliwa, el árbitro del encuentro y con él dialogamos. “Como no me voy a acordar, fue una linda epopeya, un buen viaje, un clima inhóspito, diferente al que estamos acostumbrados”.

Enseguida salió el tema del frío, del estado de aquella cancha de Ferrocarril Y.C.F. pegado al mar “fue un día lluvioso, la cancha inundada, imposible de jugar al fútbol pero había que jugar sí o sí. Lo peor de todo, el frío que hacía. Siempre recuerdo como los jugadores esquivaban los charcos de agua que estaba helada completamente.

Una anécdota llegó a consecuencia de la indumentaria que usó Chicago, el buzo de friza rojo. “ese detalle no lo recuerdo, sí que los jueces de línea usaron pantalones largos y guantes, era insoportable el frío” Ya dejábamos atrás un lindo recuerdo, un hecho histórico y hubo tiempo para una anécdota más, esta vez con Pipo Ferreiro como protagonista “recuerdo los gritos de Pipo, enojado cuando los jugadores no querían ir a buscar la pelota en los lugares que había agua porque no se querían congelar”.

GABRIEL FILIPPI (hincha del Torito que presenció el partido).
De todas las veces que me toco viajar por el país, sin duda el viaje mas largo fue a Río Gallegos, íbamos a enfrentar a Bancruz. Fue en el mayo de 1990, en ese entonces presidía el club José Cirillo.
Con algunos amigos estábamos viendo de qué manera podríamos acompañar a Chicago hasta la Provincia de Santa Cruz. La opción más económica era tomarnos un tren hasta San Antonio Oeste para luego combinar con un micro, que, previa combinación con otro en Comodoro Rivadavia, nos llevaría hasta Rio Gallegos. Un desafió terriblemente cansador que seguro nos demandaría varios días.
Habíamos realizado todos los planes ya resignados a estar todo ese tiempo viajando. Sabíamos que los jugadores irían en un vuelo militar de LADE, pero no existía la posibilidad que estuviéramos en ese vuelo, los lugares estaban justos.
Aproximándose la fecha de partida nos avisan que los jugadores, por cuestiones organizativas, no viajarían en ese vuelo. El mismo salía un día jueves y regresaba el martes y el club tenia un gasto extra de concentración. Así fue como nos ofrecen usar esos pasajes, pero los gastos de estadía los teníamos que afrontar nosotros
Me acuerdo de la cara de alegría que pusimos, para mucho de nosotros era la primera vez que viajaríamos en avión. Se complicaba lo de la estadía ¿cómo nos bancaríamos esos 5 días en Río Gallegos? Sabíamos que a fiambre no íbamos a subsistir por que hacia un frío bárbaro.
Encima nos avisaron un día miércoles a la noche y el vuelo salía al otro día a la mañana desde El Palomar. Había lugares de sobra pero muchos no podían viajar por compromisos laborales. Así que dentro de todos esos problemas y avisando a ultimo momento emprendimos el viaje.
Recuerdo que era un avión de LADE, pero igual a los vuelos comerciales. Digo con butacas y servicio de azafata. Ese tipo de vuelos lo usan familiares de militares. Cuando nos vieron pusieron cara rara, claro esperaban a un plantel de fútbol y se lo copamos mas o menos 8 hinchas.
Con los pocos recursos que teníamos buscamos un hotel para alojarnos. Encontramos un hotelucho de mala muerte que nos albergaría del frío, lo llamábamos “El Gran Chaparral”.
Habíamos causado una revolución, a las pocas horas de haber llegado nadie podía entender que hacíamos allí daba curiosidad el fanatismo de esos locos que habían viajado 2624 Km para ver a su equipo de fútbol.
Una anécdota para rescatar de nuestra estadía en ese hotel. Un mediodía escuché desde el pasillo a la administradora hablando con una persona, explicándole que había ya alojado varios hinchas de Chicago. Vencido por mi curiosidad me acerco a la administración y para mi sorpresa lo veo a Julito Cordara, recién había llegado después varios días de viaje, hizo la ruta que en un principio haríamos nosotros con la combinación micro y tren. Enseguida adoptamos a Julito y pasó a ser parte del grupo.
Al segundo día de alojamiento se acabaron nuestros recursos, teníamos que ver como pasaríamos el resto de esos días. Así que decidimos en comitiva ir a ver al Intendente de Rio Gallegos, averiguando logramos saber que el mismo era un tal Néstor Kirchner. Nos recibió con total amabilidad asombrado de nuestra presencia en la Ciudad. Charlamos mucho de fútbol y de política y luego, con la mejor onda y pidiéndonos que nos portáramos bien, nos derivó a un complejo deportivo llamado Gimnasio Rocha. Un lugar en ese momento nuevo, preparado para recibir delegaciones deportivas. Para nosotros era como tocar el cielo con las manos un lugar calefaccionado con una enorme cocina donde podíamos cocinar.

En las tardes que nos quedábamos en el gimnasio se formaban partidos de fútbol que lo menos que hacíamos era jugar al fútbol, era muy gracioso ver a Julito que se tomaba el partido en serio y nosotros complotados contra el lo hacíamos enojar cruzándolo en los tobillos y cobrando fallos insólitos. Qué porrazo el del Toto contra la baranda que separaba la cancha de la tribuna, se rompió la nariz!

También se armaban los clásicos partidos de truco, una vez mientras jugábamos queríamos tomar café, pero no teníamos donde colarlo así que usábamos una camisa de Jean de Pili como colador, la verdad que se enojo bastante cuando vio su camisa que había quedado como la bandera de Japón.

Una vez se nos ocurre salir a correr para hacer un poco de gimnasia, esta actitud duro muy poco por el frió que hacia y por que teníamos la mayoría las clásicas zapatillas Topper de lona vos no sabes, parecía que los riñones se te habían subido a la nuca del frío en los pies, recuerdo que desde una ventana de un colegio secundario los chicos nos miraban como si estuviéramos locos.

Ya había llegado otro grupo de hinchas que venían en un vuelo de línea. En total creo que no éramos mas de 15. Gracias a la buena onda de un matarife, que nos regalo un cordero y unos chorizos, realizamos una comilona de cordero al horno con chorizos a la pomarola, echo por la tía bicha, una fanática de Chicago que había llegado en el vuelo del sábado.

Recuerdo que dentro de nuestra estadía en la ciudad visitamos dos programas de radio, teníamos también programamos un viaje al Perito Moreno que se suspendió por cuestiones climáticas y el tiempo no nos daba para emprender ese viaje. Pero lo que alguno de nosotros no nos perdimos fue una excursión a las famosas casitas, un lugar verdaderamente tétrico el cual Los Perales parecía el Hilton Hotel.

El día domingo previo al partido recuerdo que nos despiertan temprano diciéndonos que peligraba que se jugara, durante toda la noche anterior había caído una especie de nevisca que había inundado toda la cancha así que de un momento a otro estábamos con secadores sacando el agua de la cancha, al suspenderse el partido se reprogramaría para la semana siguiente.

Luego fuimos al hotel donde se alojaban los jugadores y desde la calle empezamos a darle nuestro aliento. Ellos se asomaban por la ventana no podían creer que habíamos llegado para alentarlos. Luego, en caravana, los acompañamos a la cancha.
El “estadio” era un lugar donde no había pasto por el frío, todo una especie de pedregullo. Tenía tribunas solo en las cabeceras, en un lateral había una platea y en el otro estacionaba la gente con sus autos viendo el partido desde ahí adentro. El viento llevaba la pelota por todos lados, un sitio de película.
Allí recibimos las indicaciones de que tribuna nos tocaría. Cuando nos dirigíamos al lugar nos quedamos asombrados, ahí se encontraban alrededor de 50 personas alentando a Chicago. Lo hacían con canciones fuera de tono, era obvio, no eran de Mataderos. A lo lejos se distinguía una sabana colgada en el alambrado que decía algo como Regimiento 3 Mecanizada con Chicago. Sí, eran los colimbas que, en su día franco y como no se llevaban bien con los lugareños, decidieron ir a la cancha a alentar a Chicago.
Entramos con desconfianza. Teníamos nuestras banderas y no sabíamos en verdad quienes eran. Cuando nos vieron enseguida agarraron las banderas nos abrazaban y seguían alentando como si fueran de Chicago de la cuna. Una situación increíblemente graciosa.
Cuando terminó el primer tiempo la gente de Bancruz quería ver atacar a su equipo y pretendieron venir a nuestra tribuna y que nosotros fuéramos a la otra. Se generó un hecho tirante debido a que nosotros no nos moveríamos de nuestro lugar y así fue. La fiesta estaba junto a los colimbas, del lado de Mataderos. ... en ese momento se acerca el presidente de Chicago con el Jefe del operativo y escucho que le decía "no se preocupara por nuestra integridad física en lo que el presidente de Chicago le responde, no estoy preocupado por los míos sino por lo que le pueda pasar a los suyos".
También había gente nacida en Buenos Aires y que por cuestiones de trabajo estaban viviendo ahí, con todo el calor que nos daba la gente ya a esa altura nos sentíamos locales
Durante el partido se acerca una persona diciendo que era oriundo de Valentín Alsina y por cuestiones de trabajo residía en Rió Gallegos, estaba hablando con un amigo, en un momento este amigo me pide mi gorro de Chicago para regalárselo en lo que yo me niego rotundamente, cabe aclarar que ese gorro me lo había regalado un amigo y tenia un valor extra, lo anecdótico es que a la noche me avisan que teníamos un agasajo en un restaurante de la ciudad y OH mi sorpresa que cuando fuimos a comer me encuentro que esta persona era el dueño del restaurante, así que ante mi negativa en darle el gorro para compensar su amabilidad tuve que conseguirle un banderín de Chicago, y este buen hombre quedo conforme.

Cuando terminó el partido los 50 colimbas querían conocer a los jugadores, entonces los llevamos al hotel. A esa altura los colimbas, y nosotros también, habíamos tomado varios vinitos para aplacar el frío. La cara de los jugadores era inexplicable cuando vieron a los colimbas en pedo que los abrazaban a todos como si fueran sus familiares.
Luego llegó el momento del retorno. Era martes y nos dirigimos al aeropuerto de Río Gallegos: El horario programado para el vuelo que nos traería nuevamente a Buenos Aires era las 10 de la mañana,
Nos parecía raro que había pasado varias horas y nuestro vuelo no venia. En el aeropuerto nos pedían que tuviéramos paciencia. De pronto, mirando por los ventanales, vemos acercarse a un avión Hércules. Nos llamó la atención ver algunas ráfagas de ametralladora en su fuselaje, seguramente marcas de la guerra de Malvinas. Al aterrizar vemos atentamente que se baja una compuerta trasera, a lo lejos se veía que el avión transportaba algunos vehículos y cajas. De repente un soldado nos hace seña que subiéramos. Imagínense, nos hacíamos los boludos, nosotros esperábamos un vuelo como el que habíamos llegado. En tanto, por los parlantes anuncian que nos dirigiéramos hacia el Hércules. Una vez dentro del avión oímos al comandante decir “en caso de accidente no regresen a buscar sus pertenencias
No lo podríamos creer. Estábamos en un avión de guerra sin baños, sin asientos, sin la cabina presurízala. No se escuchaba lo que hablábamos a medio metro de distancia. Fueron 4 horas de vuelo con un ruido infernal comiendo las sobras que no había quedado del cordero anteriormente cocinado, cuyas sobras terminaron en la cinta porta equipajes de El Palomar.
Seguro que de este, como de todos los viajes, hay muchas más anécdotas. Hoy quiero compartirlas con todos ustedes y dedicarlas a toda la familia de Chicago y a los integrantes de ese viaje, algunos de ellos hoy alientan a Chicago desde el cielo: Aleluya, el Monito, Pigua, Sandra, Juan Carlos, el Toto, Darío, Pili, Julio, la Tía Bicha, Angel.

Una anécdota aparte que me ocurrió 10 años después de ese partido. Una vez, en un taxi, me pongo hablar de fútbol con el tachero hincha de River. Cuando le comento que yo era hincha de Chicago, él me cuenta que una vez fue a ver a Chicago cuando estaba haciendo la colimba en Rio Gallegos. Yo no podía creer lo que estaba escuchando y él menos cuando le dije que yo estaba en ese partido. Cuando le entré a dar detalles del partido estallamos en risas. Lo que no me acuerdo si me cobro el viaje, jaja.

MI VIAJE (por Julio Cordara).
Chicago había hecho un campeonato aceptable para la media normal, pero para aquel plantel. La derrota como local con Morón me golpeó fuerte, las ilusiones se hicieron trizas y solo quedaba el consuelo del zonal. Por ubicación, el sureste, y entre los clasificados, nos tocaba el que más lejos estaba, Bancruz.

Revisando el bolsillo del pantalón solo algunas chirolas y algún que otro agujero, no es que la plata se habían ido por allí, los australes brillaban por su ausencia...Había que exprimir la imaginación. Dos posibilidades, un viaje directo en micro, que demandaría casi dos días o aceptar ese pasaje gratis en tren, con combinación en micro que me depositaría en Río Gallegos “algunas horas” después que el viaje directo.

No hubo mucho para el análisis, jugaba Chicago y tenía que estar. Aquel miércoles 3 de mayo del `90, a las 22 horas partía el tren rumbo a San Antonio Oeste, en la Provincia de Río Negro. Recordemos la fecha, todas las trampas por las que pasaba la fía férrea en busca de la privilegiada privatización que iba a mejorar la calidad de vida de los argentinos. Cuántos pueblos murieron cuando los trenes dejaron de correr...

Pocos kilómetros antes de llegar a Bahía Blanca se interpone en el camino otro tren que había descarrilado, no se podía seguir. Pasaron varias horas, el hastío era grande. Recuerdo que fue mi primera visita a Bahía Blanca, había tiempo para caminar un poco por su pueblo.

Cuando ya había caído la noche, nos avisan que del otro lado del tren descarrilado nos esperaba otra formación para completar el viaje a San Antonio Oeste. Todos los pasajeros, con nuestras pertenencias al hombro debíamos transitar algo más de 200 metros. Como yo no llevaba más que lo puesto y una campera en mis manos, ayudé a una señora que iba con dos pequeños.

Tardamos en acomodarnos, el guarda que revisa vagón por vagón y entonces sí, seguimos el camino. Ya a esta altura había perdido la noción del tiempo de viaje, sí recuerdo que llegamos A San Antonio cerca de las dos de la mañana y lo micros que debíamos tomar pasaban a las 12 del mediodía y a las 12 de las noche.

Afuera un frío tremendo, adentro de la estación una calefacción impecable, al menos no sentíamos el frío y podíamos dormitar en algún espacio vacío que halláramos. La mañana era clara, con un sol brillante que invitaba a caminar por aquellas cálidas y azules aguas del golfo San Matías.

En hora, partía el micro hacia la Ciudad de Comodoro Rivadavia. Un viaje tranquilo, extenso, al final llegamos a destino y allí había que combinar con otra empresa qye ahora sí nos llevaría al destino final. Una cosa curiosa fue, en aquel momento no era usual, tener que presentar documentos antes de ascender a la unidad, una especie de aduana para transitar de un punto a otro en nuestro mismo país.

Cansado, pero feliz, ya estaba en Río Gallegos, eran las 12 del mediodía. Solo habían pasado de mi partida de Constitución hasta mi destino final 60 horas. Nada, si el resultado final era estar junto a Chicago. Recuerdo que con las pocas chirolas (Australes) pregunté por un hotel barato. Me indican uno, acuerdo el valor, me registro, pago y cuando iba a la habitación asignada, la señora me cuenta que había alojado a otro grupo de hinchas de Chicago, en eso me ve Pili y pega el grito: "¡Vino Julito Cordara!". No alcancé siquiera a acostarme un rato, un baño y el micro que nos venía a buscar para llevarnos a alojarnos al gimnasio Rocha.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente Julio, simplemente excelente.
Vos que tanto viajaste siguiendo al verde podrias contarnos tus viajes mas seguido

Lucho dijo...

Muy buena nota, excelente el testimonio de los jugadores, del hincha y el tuyo Julio.
Qué envidia poder haber vivido una experiencia así acompañando al verdinegro. Mientras lo leía sentía q lo estaba viviendo en persona. Muy bien escrito además. Me cagué de risa.
Y qué grande Néstor q les dio una mano!
Aguante Chicago carajo.

Gustavo gambina dijo...

Realmente exelente, buenisimas las anecdotas que llegan hasta la emocion ajena, y traen miles de recuerdos...

La proxima tiene que ser el partido mas al Norte del Pais, que para mi fué el Galaxi en tierra misionera...

Felicitaciones a todos los relatos...y gracias por compartir esas anecdotas que alimentan mucho mas la pasión por Chicago...

Un abrazo enorme...Gustavo gambina.

RicardoV. dijo...

Desde Rio Gallegos, el sitio web del Club Social y Deportivo Bancruz. Un abrazo fraterno a la gente de mataderos, acabamos de compartir su nota en nuestra pagina, citando fuente obviamente. UN ABRAZO GIGANTE!

Anónimo dijo...

MI nombre es Carlos Gehl, era dirigente del club Bancruz en esa epoca, luego fui Presidente entre 1997 y 2006. Como no recordar esos dos encuentros, y la excelente atencion de la gente de Chicago en Capital Federal. un fuerte abrazo.

marcelo dijo...

E-X-E-L-E-N-T-E
Chicago cada dia te quiero más !!!
Gaby Genio !!! Abrazo para todos

Anónimo dijo...

Los hinchas de Chicago siempre hacemos que nuestras vidas giren en torno al club.
Muchas veces logramos vivencias inolvidables, como la relatada.
Abrazo.

Anónimo dijo...

Que grande la Gente de Ban ruz, un abrazo desde mataderos y ojala que pronto puedan jugar el torneo argentino A

Jorge Ramiro dijo...

Si bien soy de alentar al equipo cada semana, nunca he hecho un viaje muy largo. Teniendo en cuenta los rivales, en general viajo dentro del conurbano. Seguramente seria capaz de Viajar a Rio Gallegos o a la Quiaca