1 de julio de 2010

FELIZ CUMPLE CHICAGO II

GUSTAVO LACANNA
(Presidente de Nueva Chicago)
En este nuevo cumpleaños de Chicago ansío que nuestro paso no haya sido en vano, que haya un antes y un después en la forma de conducir al club. Que sea el principio de algo lindo que lo tenemos que hacer entre todos.

Como hincha me marcó mucho lo del ’81. Guardo en mi memoria fotos que no voy a olvidar en mi vida. Ese ascenso en la vieja Primera “B” fue fabuloso y me emocionó hasta las lágrimas. Recuerdo como majestuoso lo de la gente en la cancha de Los Andes; cuando jugamos en La Boca con Argentino de Quilmes, esas postales son inolvidables.

Empecé a ir a la cancha con mi viejo (siempre estaba peleado con Chicago mi viejo) y con mi tío. Después empezamos a ir solos con Esteban y Cachi. Era una rutina inolvidable. Teníamos un Fiat 600 que le levantábamos la tapa y llevábamos el bidón con agua. Con eso íbamos a todas las canchas, fue parte de nuestras vidas.

Una de las satisfacciones que pueden tener los que conducen a un Club es que la gente hable de tu Institución como vos querés que hablen, lo estamos logrando. En A.F.A., en todos los ámbitos donde vamos, una de las retribuciones pasa por allí.

Creo que estamos volviendo a Chicago al lugar del que nunca debió salir, estamos recuperando la identidad, ese espíritu de fuerza, de salir de las malas, y a nosotros nos tocó la más mala de la historia. Quizás la historia nos recuerde como bomberos, sí, pero bomberos honestos que defendimos estos colores.

Las ilusiones que tengo es la de todos: salir de esta categoría; seguir fortaleciéndonos en lo social, no digo de ser un club modelo ni nada parecido, solo tener un club previsible, ordenado.

Pasión es lo que nos sobra. Tribuna nos sobra, hasta eso hay que reconstruir acá. Espero que la foto del centenario sea con un Chicago unido y si es en otra categoría, puedo asegurar que va a ser misión cumplida


JUAN PABLO PERATTA
(Periodidsta)
“ME VAN A TENER QUE DISCULPAR…”

Quizá, en este 99° aniversario del Club de nuestros amores, el lector de estas líneas busque en ellas un exhaustivo análisis sobre el acontecer deportivo e institucional de Nueva Chicago. Algún otro buscará aquí un recorrido objetivo a lo largo de estos casi cien años de historia. Alguien aún más audaz, intentará encontrar auspiciosos augurios, expectativas favorables y perspectivas fríamente elaboradas sobre lo que vendrá. Todos ellos, me van a tener que disculpar…

Si uno desea hacer un análisis coherente debe medir su objeto de estudio con la misma vara que al resto. No se puede hacer excepciones, de lo contrario estaría bastardeando su ética, su criterio y su conciencia crítica. Cuando tengo que escribir sobre Nueva Chicago todo esto me resulta imposible. Por eso en este caso, señores, me van a tener que disculpar…

Aún sin haber profesado jamás una religión, me siento en condiciones de asegurar que en ninguna iglesia, basílica, templo o catedral pueden generarse las sensaciones que se perciben en la cancha de Chicago. Un lugar tan amplio como acogedor y en el que alguien puede sentirse inquebrantable ante cualquier ataque, pero vulnerable ante las sensaciones que allí se generan.

Cualquier observación sensata sobre el tema merece, además de cierta abstracción, algunas comparaciones. Esto también me resulta imposible. Jamás tuve puesta otra camiseta. Sí, puedo asegurar, que cuando uno se pone la camiseta de Chicago el pecho se infla, uno se siente más fuerte, más seguro y hasta más lindo. Pero sin dudas, al momento de vestir la verde y negra a bastones verticales, lo primero que uno siente, es un orgullo inigualable.

También sería deshonesto hablar de la historia de Chicago. Una historia que comenzaron aquellos jóvenes sobre el Puente Cildañez. Historia que construyeron grandes hombres que dieron la vida por un Chicago grande y a la que agregaron su granito de arena los próceres futbolísticos que todos recordamos. La misma historia que nosotros, cada uno de sus socios, tenemos el deber de seguir escribiendo.

¿Con que vara medir las glorias deportivas o las hazañas futbolísticas cuando quién debe analizarlas ha derramado lágrimas arrodillado en las tribunas del Estadio Olímpico de Córdoba? Sería deshonesto hablar de esto imparcialmente por ejemplo, porque de niño, me resultaba imposible retener en mi memoria a los integrantes de la Primera Junta de Gobierno, pero sin embargo no titubeaba al recitar “Onetto; Fuentes y Pleitavinos; Molinari, Zárate y Vázquez; Daquarti, Calandria, San Lorenzo, D’Ascenzo y Casanova”.

Para culminar mi argumentación aclaro que resultaría absurdo intentar bloquear en mi mente los recuerdos de mi abuelo y su “Leoncio, Chicago y Perón, un solo corazón”. ¿Cómo hacer para abstraerme de la imagen de mi viejo tomándome fuerte de la mano para cruzar Avenida de los Corrales y así, caminar hasta la cancha?
Ante la clara imposibilidad de ofrecer cualquier tipo análisis, recorrido objetivo y perspectiva fríamente elaborada, vuelvo a pedir que me disculpen y me retiro con un simple pero contundente: “Feliz Cumpleaños, Verde de mi vida…”

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