24 de julio de 2010

EN LA LINEA DE LA MALA LECHE

La terna arbitral cometió errores que afectaron a ambos, aunque Chicago fue el más perjudicado ante una omisión del asistente Medina, la cual le permitió al local tener mayores chances. Lo revirtió con dos golazos de media distancia.
Peralta toma a Ferrer sobre el final. Uno de las tantas omisiones.
Iban 18 minutos de la primera etapa de un partido parejo, donde el Torito se mostraba firme y con mayor ambición. Esa búsqueda por el gol llevó a Scifo a encarar por la derecha, ingresó al área grande y tuvo un cruce con Peralta, defensor del Lechero, que derivó en la caída del jugador visitante. Germán Delfino sancionó penal, tiempo después las repeticiones televisivas de la jugada demostraron lo contrario. Luego de 180 segundos llenos de quejas, Ferrer ejecutó desde los once metros para abrir el marcador.

Con el resultado a su favor, Chicago se sintió patrón de la cancha ante un rival insulso, con notorias dificultades para manejar el balón. Sobresalieron los inconvenientes de Anconetani para patear. Justamente, el arquero del Lechero protagonizó un hecho determinante. Transcurrían 34 minutos cuando el ex Italiano golpeó a Ruiz en la cara, dentro del área, lo que equivalía la expulsión del 1 y un penal para Chicago. Delfino no observó la situación porque la pelota se encontraba en el mediocampo. Todo lo contrario sucedió con Mauro Medina, asistente nº 2, quien visualizó la falta y decidió omitir la sanción en un acto repleto de injusticia, de mala leche.

Ese acto del línea Medina provocó, al instante, el quiebre del autocontrol de Marcelo Barreña. El lateral levantó el brazo y golpeó con su hombro a Collavini, quien cayó al suelo. Delfino expulsó al defensor y ese fue el punto de quiebre. Porque el Torito debió retroceder algunos metros para protegerse ante un desbalance táctico. A los 44, la dupla sacrificó a un volante de marca, Bochi, para cubrir el lateral izquierdo con Rocaniere. Los últimos minutos fueron para los de Ezeiza, con Zermattén como eje y con Peralta como protagonista de dos situaciones. Primero metió un cabezazo que impactó en el poste, un minuto después remató de derecha, ante la mala salida de Gómez, y Scifo rechazó en la línea. Tristán Suárez mereció el empate, en un juego parejo aquejado por fallas e incumplimientos de la terna arbitral.

Hilario Bravi, DT local, apostó por un sistema 3-3-1-3, con Leguizamón –delantero- en lugar de Despósito –defensor-. De movida, el Lechero asfixió al Torito. Rocaniere quiso despejar un centro de Zermattén y la pelota chocó con el palo. La angustia crecía en Mataderos. Y recibió una sacudida cuando Collavini acarició la pelota para igualar el partido por medio de un tiro libre. A partir de allí el juego se tornó más peleado, donde el local padeció los errores de Medina, quien (¿habrá compensado?) le anuló varios ataques por supuestas posiciones adelantadas.

En los últimos quince, el panorama estaba abierto. A pesar de jugar con diez hombres, Chicago contó con un gran despliegue de Scifo y Pepe, la elegante distribución de Serrano más el sacrificio de Ferrer. El 9 se vio favorecido tras un yerro de Peralta, pero no pudo perfilarse para la zurda y con la derecha –su pierna menos hábil- remató hacia la ubicación de Anconetani. En otra situación, Ferrer fue tomado por Peralta ante la pasividad del árbitro. Enseguida vino la respuesta de Suárez con una habilitación de Pasquinelli para Zermattén, quien se vio atorado por la rápida reacción del arquero Verdinegro. Era empate, hasta que Matías Giménez sacó un preciso disparo que se metió pegada al palo. Mas allá de la derrota, Chicago dejó una mejor imagen que en los partidos preparatorios y la confirmación de que los refuerzos rindieron en base a la expectativa generada. Habrá que esperar la evolución como conjunto.
Fabián Rodríguez
Foto: Daniel Mases, Glorioso Chicago