Chicago superó (1-0) a Flandria y volvió al triunfo luego de siete partidos. En un desarrollo parejo, el Verdinegro aprovechó la omisión, por parte del árbitro, de una mano de Talín que finalizó en el gol de Carboni. Primera victoria de la dupla en su tercer ciclo.
Carboni define ante Passarelli, fue el gol del triunfo. (Daniel Mases)
Si la imagen es la del final con todos los jugadores abrazados en el campo de juego desatando ese desahogo que fue ganar, cómo no alegrarse por esta victoria. Ahora, si el ánimo se manifiesta con esos gritos que atravesaban las paredes de un vestuario ganador, quién puede ponerse en purista por cómo fue. Pero esas situaciones forman parte de un grupo y el análisis le corresponde al periodista.
Primero se debe marcar que hubo una mejora sustancial en ciertos conceptos. Existió mayor cuidado de la pelota, intento de asociaciones, toma de riesgos. Pero también hubo desatenciones defensivas que pudieron costar caro. Sobre todo a las espaldas de Russo y a las distracciones e inseguridad en la zaga central. Aunque... ganó ¡¡¡Chicago!!! Es lo que cuenta, es lo que vale, pero no debemos quedarnos en eso; no podemos dejar que el árbol tape al bosque.
Los dos equipos saltaron a la cancha con esquemas parecidos. Luis González era quien intentaba manejar a “los Canarios” y Cornejo ser el nexo con los puntas en el Torito. Las primeras acciones fueron para Flandria y muy claras. Todas ellas iniciadas desde la derecha y concluían por la izquierda, a espaldas de Russo. Luis González no tuvo presición y su remate pasó por el poste derecho de Gómez. Después, Passarelli, por el mismo lugar, cabeceó y la pelota llevaba destino de gol hasta que Lemos salvó sobre la línea. Más tarde “Pecho” Cigno habilitó a Montenegro, quien tiró por sobre el horizontal cuando había quedado mano a mano con el uno del Verdinegro.
De Chicago, nada, pero nada y lo lindo que tiene el fútbol que muchas veces da sorpresas. Como esa subida sin sentido de Talín, que se inicia enredada, le queda a Scifo, más confusión, una rebote con un raro efecto (NdeR: el número 6 del Torito se la llevó con la mano) que favorece al defensor calvo, zurdazo que alcanza a desviar Ramírez, la pelota lo supera, da en el palo y en el rebote, Carboni le dio con furia para convertir el gol.
Flandria tenía la pelota aunque también se había metido en la confusión que era el partido. Chicago intentaba hacerse fuerte atrás y Lemos comenzaba a transformarse en figura. Para destacar en esa segunda mitad del primer tiempo una jugada colectiva en ¡¡¡Chicago!!! Sí, una sumatoria de toques que derivó en un derechazo forzado de Borelli por arriba del travesaño. La resolución no fue la deseada, pero¿cuánto hacía que el Torito no armaba una jugada así?No cambiaron las cosas en el primer cuarto del complemento, con más fuerza que fútbol, el conjunto local buscaba la igualdad que no pudo concretar a través de un cabezazo de Luis González o con el remate de De Porras que tapó Agustín Gómez. Mientras tanto, el trabjo de Lemos se hacía más notorio porque sus laderos, Scifo y Domenez, no estaban firmes, no conseguían aportar soluciones defensivas y menos construir en ataque. Fue entonces cuando Cornejo, bien con la pelota y mucho mejor en la entrega, corrió como nunca y se tiró al piso, dio una mano para recuperar la pelota.
Desde el banco, la dupla mandó a la cancha a Facundo Lemmo (por Domenéz). El pelilargo además de equilibrar esa zona, la izquierda, era quien efectivizaba los relevos o la voz de mando para que otros compañeros no perdieran el orden. Chicago se ponía más compacto. Y Flandria arriegasba con los tres cambios ofensivos, no les quedaba otra estando abajo en el marcador. Los de Chicago, puesto por puestos, aunque incidieron en el juego.
Ya mencionamos la importancia de Lemmo. El ingreso de Erviti (por un Cornejo agotado) sirvió para equiparar la cantidad de camisetas amarillas en el medio de la cancha y el de “Bocha” Pérez (por Ruiz) fue al menos, veinte minutos tarde. Pérez podía darle esa explosión y velocidad en los metros finales de una defensa que se iba y no volvía. Pasemos a contar las situaciones propicias: Lemmo no pudo definir tras pase de Ruiz, Cornejo probó de afuera y desvió el arquero, y la más clara, a cargo de Alejandro González, quien en su afán de despejar hizo esforzar a su arquero para que la tire por sobre el travesaño y evitar un gol en contra. Una perlita, apenas ingresado el “Bocha”, Erviti le puso un pase delicioso al vacío que Ramírez, apurado, pudo tapar lo que era el segundo gol.
El sufrimiento del final, más contra los fantasmas que por lo que pudiera hacer un rival jugado al pelotazo frontal que hacía fácil el trabajo de Agustín Gómez. Para subrayar, el trabajo silencioso de Leonardo Carboni, el despliegue monstruoso de Lemos y el coraje de Cornejo para poner otra cosas cuando no encontraba el juego.
Para repensar: no puede regalar las espaldas del fondo, sobre todo de Russo, quien primero debe ser lateral y cuando las circunstancias sean oportunas sorprender, ir siempre hace que sea algo previsible, que no suma en ataque y se sufre mucho en defensa. También hay ilusiones como recuperar a un jugador como Erviti, que tiene los conceptos para que la pelota sea bien tratada.
Ganó Chicago. Festejemos. Pero cada uno en su lado lo que corresponda. El periodista debe analizar y así lo intenta.
Redacción: Julio Cordara.
Gráficos: Fabián Rodríguez.
Fotos: 1-Daniel Mases (http://www.gloriosochicago.com.ar/)
"Se lo dedico a Morena y a todos los hinchas de Chicago. Cuando entré se me vino a la cabeza la cara de Dios y de mi hija cuando estuvo en el hospital. De ahora en más, como dice Dios, persevera y triunfarás". Gastón Erviti.
"El equipo está cambiando, va para adelante. En lo personal, corro más porque la dupla me da confianza: me ponen en las prácticas todo el tiempo y durante los partidos no me sacan". Roberto Cornejo.
"Nos faltaba confianza en el compañero, esto se debe a la autoestima. Ahora hay que pensar que podemos, porque hay buen plantel para revertir la situación". Facundo Lemmo.
"Este triunfo sirve para despegar. Estoy muy contento por lo conseguido". Leonardo Carboni.
