Gatorra, un jugador nacido en un club que de pronto pasa a un tradicional adversario y el día del debut con la nueva camiseta, no solo la rompe sino también concreta los goles, uno de ellos en la línea, de taco y mirando cancheramente a la tribuna que alguna vez lo idolatró y en ese día y los anteriores, desde cuando se pasó de bando, no paraba de insultarlo.
Nicanor, hincha de aquel mismo club, una tarde de visitante se perdió de sus compañeros y anduvo rodando por tierras extrañas. De pronto encontró delante de sí a la mujer que siempre había buscado en sueños.
Gatorra, por elección cambió de camiseta para jugar al fútbol; Nicanor por amor traicionó al corazón futbolero.
Gatorra y Nicanor, dos personajes en los cuales Eduardo Sacheri sustenta su cuento “Los Traidores”
A qué viene aquí y ahora, que esos clubes son Deportivo Morón y Nueva Chicago. Los que se enfrentan el próximo sábado y que muchos futbolistas lucieron una y otra casaca. Sin embargo, hay un jugador, surgido en uno de esos clubes (inverso a lo de Gatorra), que decretó la derrota del que lo vio nacer: Roberto Leiga.
Aquel 2 de mayo de 1998 quedó marcado a fuego en la vida del “Loro”, el que había debutado en Chicago en la Temporada 90/91, la que lo llevó al Nacional “B” a través de los zonales. Pero volviendo a aquel día, jugaban en Mataderos y Roberto usaba una camiseta extraña, la de Deportivo Morón.
Pero hay un antes para empezar a reconstruir la historia “el primer día que llegué a Morón me fueron a apretar porque yo era de Chicago”
Sin dudas fue una semana diferente, con sensaciones encontradas. Iba a ala cancha que veía desde pibe a través de su ventana, jugaban rivales tradicionales que todos buscan cuando se sortea el fixture “tenía que enfrentar al club de mi vida. Fue una semana muy difícil por las presiones, de allá y de acá. Yo sabía que iba a estar en la mira de ambas hinchadas”
El “Loro” era titular en ese equipo que dirigía Victorino Vega, sin embargo, el viernes por la tarde recibe un llamado, era el presidente de Morón quien le decía que no iba a jugar al día siguiente “decían que yo iba a ir para atrás, que ya había arreglado con Chicago”. Por eso, una vez finalizado el partido, con mucha bronca se fue a la sede de Morón y estuvo hasta la una de la mañana pidiéndole explicaciones “quería que me dijera de dónde había salido que yo iba a ir para atrás”
Regresando al partido, que estaba empatado en uno, Verón hace una jugada bárbara dentro del área, a puro amagos y enganches se llevó a varios defensores y descargó para la izquierda dondellegaba vacío Leiga “Varisco da un paso a la izquierda y me deja el palo derecho. Era grandote el arquero y el único lugar que me quedaba era ese. Lamentablemente le hice el gol a Chicago pero me ayudó a ahuyentar esos rumores maliciosos”
El gol, ese grito sublime que quedó sin voz. Juntar las manos y pedir perdón. Perdón a los hinchas, perdón mirando al banco de suplentes donde estaba el entrenador que lo había hecho debutar en Primera (Hugo Zerr) “fue el gol menos querido. Por suerte tuve la oportunidad de superar ese momento cuando volví con aquel equipo que armó Jorge Mora”. En el primer partido en Mataderos, con Los Andes, hizo un gol que todavía lo sigue gritando…
DEBUT EN CHICAGO
Chicago había hecho una muy buena primera rueda en la Temporada 90/91, tanto que había finalizado invicto y puntero. Con el comienzo de la segunda ronda, derrota con Arsenal, se sumaron otras complicaciones. No solo fueron resultados negativos, sino que hubo lesiones y expulsiones que diezmaron al plantel y hubo que subir pibes “éramos una banda de pibes en un momento desconcertado”
En cancha de Platense, donde Almagro hacía de local, aquel 24 de noviembre será recordado más que por la derrota con los de José Ingenieros, por la “locura” impuesta por Javier Castrilli, quien expulsó a Chacoma, Urquiza y Cruceiro e informó al “Loco” Conte que se comió 7 fechas sin jugar.
Ese día, ingresando por Gustavo González hacía su debut Roberto Leiga “fue un momento muy lindo, tuve una enseñanza importante rodeado de jugadores con mucho hambre”
En total jugó 11 partidos (6 en el campeonato y 5 en los zonales, solo faltó a la final en Entre Ríos por lesión) y convirtió 4 goles (2 y 2).
Sin dudas que el gol más recordado fue el que le hizo a Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay en la primera final jugada en Mataderos “fue uno de los goles más lindos que hice, la pelota hizo una comba impresionante en el aire y se metió en el ángulo opuesto del que patee”
Un rato después, cuando se moría el primer tiempo, una jugada desgraciada lo deja con una bota de yeso y sin final “quise evitar que tiraran un centro y el impacto de la pelota me sacó el tobillo de lugar, se me rompieron los ligamentos”
No pudo estar en el césped pero sí estuvo en la tribuna, junto a todos sus compañeros del plantel, los que jugaban, los que no lo hacían, estaba viendo la final que soñaba jugar “imaginate lo que era para mí que era de Los Perales. Por suerte los muchachos consiguieron el objetivo”
Vistió otras camisetas, de rivales importantes “todos son clásicos con Chicago porque es el más grande”, pero siempre, más allá de los colores de turno, él estaba identificado con uno “Chicago es una pasión que se lleva dentro del corazón, por los clubes que he pasado sabían de mi fanatismo, me lo hacían notar de distintas formas, puteándome o diciéndome que era hincha de Chicago”
Nicanor, inmerso en una muchedumbre con colores extraños no pudo soportar el dolor y terminó demostrando qué colores quería y sentía. Lo mismo Roberto Leiga, del dolor por aquel gol al amor por siempre a los colores verdes y negros
Para leer “Los Traidores” de Eduardo Sacheri: http://www.encontrarse.com/notas/pvernota.php3?nnota=31495
Julio Cordara